Francisco Piria
Cuando las personas hacían cosas grandiosas
Fernando Juan Santiago Francisco María Piria de Grossi
Inicios
Hijo de los inmigrantes genoveses Lorenzo Piria y Serafina de Grossi. Hizo la escuela en Italia. Después regresó a Uruguay y, a los 12 años entró en el ambiente psicológico. Posteriormente comenzó a trabajar en múltiples oficios, destacándose como rematador.1
El 25 de diciembre de 1866 se casó con Magdalena Rodino, madre de sus cuatro hijos: Francisco José, Adela (hijastra), Lorenzo Piria y Arturo Piria. Se casó por segunda vez en 1894. La tercera mujer fue Carmen Piria, una argentina protagonista de un conocido escándalo. En 1933, casi al borde de la muerte, Piria la declaró hija natural.
A la edad de 29 años ejercía actividades de rematador en el “Mercado Viejo”, ubicado dentro de la Ciudadela de Montevideo que fuera luego demolido para dar lugar a la ampliación de la Plaza Independencia. Allí Piria tenía una tienda de remates permanente que funcionaba desde las primeras horas de la mañana hasta las 22. En 1870, cuando tenía 23 años, el Mercado Viejo se quemó, y Piria, que experimentó grandes pérdidas, debió trasladar su "Exposición Universal" a la calle 18 de Julio esquina Andes (que entonces se llamaba Los Andes).
Más adelante abrió un taller donde vendía ropa de confección en la esquina de las calles Treinta y Tres y Rincón. Dotado de una excepcional lucidez para los negocios a la cual no iba en zaga su inventiva publicitaria, compró miles de yardas de una tela gruesa y mandó hacer una suerte de capotes largos a los cuales bautizó Rémington.
Como en ese momento Montevideo vivía bajo la permanente zozobra de los motines militares y ya habían comenzado a divulgarse los fusiles de aquel mismo tipo, Piria mandó imprimir unos boletines que decían: "todos los orientales deben ir a buscar su Rémington" y debajo puso la dirección de su comercio. Quienes fueron, en vez de un fusil encontraron una levita a buen precio. El recurso de venta lo llevó a colocar, de acuerdo a sus palabras, 5000 Rémington
Creación de Piriápolis
Castillo de Piria.
Argentino Hotel
En 1890 compró 2700 hectáreas de campo, extensión que iba desde el cerro Pan de Azúcar hasta el mar. Ese mismo año había realizado un viaje a Europa, consecuencia del cual surgió su inspiración para la explotación turística de las costas uruguayas.
En 1897 terminó la construcción del Castillo, -34.828639, -55.251478 su residencia particular. Este Castillo contaba con un extenso parque con fuentes y numerosas estatuas. La vegetación estaba compuesta de una gran variedad de especies ornamentales exóticas. La arquitectura de este edificio reúne una mezcla de estilos renacentistas; sus salones principales estaban delicadamente decorados con papeles importados en los cuales el dorado tenía gran predominio. Las molduras de yeso revestidas con dorado a la hoja, pisos de pinotea y muebles de estilo Luis XV, ponían de manifiesto los finos gustos de su morador.
En 1898 una invasión de langostas destruyó todos sus plantíos. En esa oportunidad colocó como símbolo de fe y esperanza el Cristo Redentor, emplazado en un cerro ubicado entre el Castillo y el Cerro del Toro, lugar donde geológicamente se separan los granitos de los pórfidos.
En 1905 construyó el primer Gran Hotel, llamado «Hotel Piriápolis», hoy «Colonia Escolar de Vacaciones». En 1910 inició la construcción de la rambla, donde se dejó inspirar por sus viajes a Europa, más precisamente por la Costa Azul francesa. En 1912 se realizó el primer remate de solares en Piriápolis y, a partir de entonces, la ciudad comenzó a crecer con la construcción de numerosos chalets. En 1913 comenzó a correr el pintoresco tren a vapor que unía la estación de Pan de Azúcar y el puerto de Piriápolis que estaba en construcción y que se finalizaría en 1916, permitiendo el arribo de los vapores que traían a los primeros veraneantes desde Buenos Aires. El "trencito de Piria", como se lo conocía popularmente, fue una de las características típicas del balneario.
Finalmente, Piria construyó a un costo de 5 millones de pesos —cifra descomunal para la época—, uno de los hoteles más gigantescos de América del Sur, el Argentino Hotel, cuya piedra fundamental fue colocada en 1920 por el presidente Baltasar Brum, siendo inaugurado el 24 de diciembre de 1930.