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Habíamos oído hablar de su éxito y fama local como millonario, y durante una de nuestras visitas de campo, recorrimos un camino largo y accidentado para conocerlo.  

Nuestro camión rebotaba implacablemente a lo largo de una pista de tierra roja que cruzaba el fértil paisaje ondulado del estado de Benue, Nigeria. Mientras conducíamos el último kilómetro más o menos por un sendero cubierto de hierba, finalmente apareció la aldea de Sumaka. Solo un año antes de nuestra visita, durante la cosecha, pastores nómadas habían atacado y destruido su pequeña aldea rural y sus cultivos, pero hoy, en lo que queda de la aldea, las actividades cotidianas continúan como de costumbre.

Sumaka nos recibió bajo el árbol de mango del pueblo con una amplia y cálida sonrisa. Me dijo: "nadie cree que un tipo como yo de un lugar como este pueda ser millonario, pero tú estás mirando a uno".

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Mientras caminábamos por campos de sandías y chiles, Sumaka contó sobre su vida al crecer en esta remota comunidad rural. Su padre trabajaba duro cultivando arroz con métodos tradicionales, ganando lo suficiente con lo que vendía para pagar las tasas escolares de Sumaka.

De alguna manera, Sumaka siempre había sabido que volvería a cultivar esos campos de arroz después de completar su educación, pero nunca se había imaginado cuán diferentes serían las cosas para él.

En 2017, después de terminar la universidad, se enteró y se unió al Programa de desarrollo de cadenas de valor respaldado por el FIDA  . El proyecto le dio un kit de puesta en marcha que contenía fertilizantes, herbicidas y pesticidas, así como semillas certificadas de calidad, y esos pocos artículos cambiaron para siempre la forma en que cultivaba el arroz.

Ese primer año, Sumaka cosechó más de 2,5 toneladas por hectárea, casi tres veces más de lo que su padre cosechaba normalmente con métodos tradicionales. “Estaba tan emocionado”, me dijo. "Y les digo, cuando mi padre vio los resultados, me hizo muy feliz".

Al año siguiente, el programa invitó a Sumaka a participar en una capacitación de cuatro meses sobre producción de semillas de arroz. También recibió apoyo técnico, incluida una bomba de riego, y gradualmente aumentó su cosecha de semilla certificada de alta calidad. Cada temporada de cultivo, vendió la semilla e invirtió sus ganancias en la siguiente.

Sumaka perdió la cosecha de una temporada en 2018 debido al ataque de los pastores, pero eso no lo detuvo. En 2019, replantó y vendió su cosecha de semillas de 3,5 toneladas por hectárea al proyecto por 1,2 millones de nairas nigerianas (unos 3.000 dólares estadounidenses). Sumaka, a los veintinueve años, era millonario.

“Lo que puedo ganar en tres meses es más de lo que ganan muchos jóvenes que trabajan en oficinas en puestos gubernamentales en un año”, dijo. “Aquí puedo pasar tiempo en el pueblo con mi familia, y eso es importante para mí”.

El espíritu emprendedor de Sumaka cobra vida cuando mira hacia el futuro. Está planeando unirse a otros jóvenes capacitados por el FIDA en la producción de semillas de arroz para abrir un negocio de semillas de arroz certificadas. Además, está animando a los agricultores a utilizar semillas certificadas de alta calidad dándoles kits de inicio de su semilla certificada de forma gratuita. Siempre les pide a los agricultores que intenten plantar sus semillas certificadas junto con sus semillas tradicionales para comparar su rendimiento y calidad, porque está seguro de que volverán a comprar más.

Fuente: www.ifad.org