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HISTORIA DEL QUESO
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QUESO:
El queso es un alimento sólido elaborado a partir de la leche
cuajada de vaca, cabra, oveja, búfala, camella u otros mamíferos
rumiantes. Es la conserva ideal pues muy difícilmente se estropea
con el transcurso del tiempo ya que al secarse mejoran sus
cualidades en relación al peso. La leche es inducida a cuajarse
usando una combinación de cuajo (o algún sustituto) y acidificación.
Las bacterias se encargan de acidificar la leche, jugando también un
papel importante en la definición de la textura y el sabor de la
mayoría de los quesos. Algunos también contienen mohos, tanto en la
superficie exterior como en el interior.
Para los antiguos griegos "el queso era un
regalo de los dioses". Hay centenares de variedades de queso. Sus
diferentes estilos y sabores son el resultado del uso de distintas
especies de bacterias y mohos, diferentes niveles de nata en la
leche, variaciones en el tiempo de curación, diferentes tratamientos
en su proceso y diferentes razas de vacas, cabras o el mamífero cuya
leche se use. Otros factores incluyen la dieta del ganado y la
adición de agentes saborizantes tales como hierbas, especias o
ahumado. Que la leche esté o no pasteurizada también puede afectar
al sabor.
Para algunos quesos se cuaja la leche
añadiéndole ácidos tales como vinagre o jugo de limón.Sin embargo,
la mayoría se acidifican en grado menor gracias a las bacterias que
se le añaden, que transforman los azúcares de la leche en ácido
láctico, a lo que sigue la adición de cuajo para completar el
proceso de cuajado. El cuajo es una enzima tradicionalmente obtenida
del estómago del ganado lactante, pero actualmente también se
producen sustitutos microbiológicos en laboratorio. También se han
extraído «cuajos vegetales» de varias especies de la familia de
cardos Cynara.
La palabra queso deriva del latín caseus. Sin embargo en la época
romana se hizo famoso el término formaticum entre los legionarios,
de caseus formatus, que significa queso moldeado. Así se tiene que
en francés se diga fromage, en italiano formaggio o en catalán
formatge.
Historia
Se trata de un alimento antiguo cuyos
orígenes pueden ser anteriores a la historia escrita. Descubierto
probablemente en Asia Central o en Oriente Medio, su fabricación se
extendió a Europa y se había convertido en una empresa sofisticada
ya en época romana. Cuando la influencia de Roma decayó, surgieron
técnicas de elaboración locales diferentes. Esta diversidad alcanzó
su cúspide a principios de la era industrial y ha declinado en
cierta medida desde entonces debido a la mecanización y los factores
económicos.
Desde las antiguas civilizaciones, el queso
se ha almacenado para las épocas de escasez y se le considera un
buen alimento para los viajes, siendo apreciado por su facilidad de
transporte, buena conservación y alto contenido en grasa, proteínas,
calcio y fósforo. El queso es más ligero, más compacto y se conserva
durante más tiempo que la leche a partir de la que se obtiene. Los
fabricantes de queso pueden establecerse cerca del centro de una
región productora y beneficiarse así de leche más fresca, más barata
y con menor coste de transporte. La buena conservación del producto
permite a los fabricantes vender sólo cuando los precios están altos
o necesitan dinero. Algunos mercados incluso pagan más por quesos
viejos, justo al contrario de lo que ocurre con la producción de
leche.
Orígenes
Posible aspecto de los primeros quesos.
Los orígenes de la elaboración del queso están en discusión y no se
pueden datar con exactitud, aunque se estima que se encuentran entre
el año 8000 a. C. (cuando se domestica la oveja) y el 3000 a. C.
Existe una leyenda que dice que fue
descubierto por un mercader árabe que, mientras realizaba un largo
viaje por el desierto, puso leche en un recipiente fabricado a
partir del estómago de un cordero. Cuando fue a consumirla vio que
estaba coagulada y fermentada (debido al cuajo del estómago del
cordero y a la alta temperatura del desierto). Hay otros autores que
señalan que el queso ya se conocía en la prehistoria, extremo que no
se ha podido comprobar.
Leyendas aparte, probablemente surgió como
una manera de conservar la leche, aplicándole sal y presión, antes
de usar un fermento por primera vez, quizás al comprobar que los
quesos hechos en estómagos de animales tenían una mejor y más sólida
textura. Las pruebas arqueológicas más antiguas de la manufactura
del queso se han encontrado en murales de tumbas del Antiguo Egipto,
datadas sobre el 2300 a. C. Estos primeros quesos probablemente
tendrían un fuerte sabor y estarían intensamente salados, con una
textura similar a los quesos feta o requesón.
Las ovejas fueron domesticadas hace 12.000
años y en antiguo Egipto se cuidaban vacas y se les ordeñaban para
tener la leche por lo que es lógico pensar que también harían
quesos. La leche se conservaba en recipientes de piel, cerámica
porosa o madera, pero como era difícil mantenerlos limpios, la leche
fermentaba con rapidez. El siguiente paso fue el de extraer el suero
de la cuajada para elaborar algún tipo de queso fresco, sin cuajo,
de sabor fuerte y ácido.
Desde Oriente Medio, las habilidades en la
manufactura del queso se introdujeron en Europa, donde climas más
fríos hacían necesario menos cantidades de sal para la conserva. Con
la reducción de sales y ácidos, el queso se convirtió en un ambiente
propicio para bacterias y mohos, encargados de darle su sabor
característico.
Época clásica
La mitología de la Antigua Grecia atribuía
a Aristeo el descubrimiento del queso. En La Odisea de Homero (siglo
VIII a. C.) se describe a un Cíclope haciendo y almacenando quesos
de oveja y cabra.
En los tiempos de la Antigua Roma era un
alimento que se consumía a diario, y su proceso de fabricación no
distaba demasiado a como se hace actualmente fuera del ámbito
industrial. En el Re Rustica de Columela (cerca del 65 d. C.) se
detalla la fabricación de quesos con procesos que comprenden la
coagulación con fermentos, presurización del cuajo, salado y curado.
La Naturalis Historia de Plinio el Viejo (77 d. C.) dedica un
capítulo (XI, 97) a describir la diversidad de quesos consumidos por
los romanos del Imperio.
Sostenía que los mejores eran los galos
procedentes de Nimes, aunque no se podían conservar demasiado tiempo
y debían consumirse frescos. Los quesos de los Alpes y Apeninos
tenían una variedad tan considerable como hoy en día. De los
extranjeros, Plinio prefería los de Bitinia, en la actual Turquía.
El legado de Roma en Europa
Roma extendió sus técnicas en la manufactura del queso por gran
parte de Europa, introduciéndolas en regiones sin conocimiento de
ellas hasta el momento. Con el declive de Roma y el colapso en el
comercio de grandes distancias, la diversidad del queso en Europa
aumentó sensiblemente, con distintas regiones desarrollando sus
propias tradiciones distintivas. Francia e Italia son los países con
una mayor gama de tipos de queso distintivos actualmente, con unos
400 tipos aproximadamente cada uno. Muestra de ello es el proverbio
francés que sostiene que hay un queso francés diferente para cada
día del año, como también la cita del presidente francés Charles de
Gaulle "¿Cómo es posible gobernar un país en el que hay 246 clases
de queso?".
A pesar de todo, los avances en la
artesanía del queso en Europa progresaron lentamente en los siglos
posteriores a la caída de Roma. Muchos de los que conocemos
actualmente aparecieron como tales en la Baja Edad Media o después.
Se conserva un documento del año 959 escrito en el monasterio de
Santo Domingo de Silos, en la provincia castellana de Burgos,
consistente en una relación de los quesos dispensados por el
monasterio de Rozuela (La noticia de kesos), y que supone la primera
manifestación conocida de la lengua romance castellana derivada del
latín.4 Quesos actuales como el cheddar datan del año 1500, el
parmesano en 1597, el gouda en 1697 y el camembert en 1791, por
poner algunos ejemplos.
Tiempos modernos
A pesar de estar ligado a la cultura moderna europea, el queso era
prácticamente desconocido en las culturas orientales, no había sido
inventado en la América precolombina, y tenía un uso bastante
limitado en África, siendo popular y estando desarrollado sólo en
Europa y en las áreas fuertemente influenciadas por su cultura. Pero
con la extensión, primero del imperialismo europeo, y después de la
cultura euroamericana, poco a poco el queso se ha dado a conocer y
se ha hecho popular en todo el mundo.
La primera fábrica para la producción
industrial del queso se abrió en Suiza en 1815, pero fue en los
Estados Unidos donde la producción a gran escala empezó a tener
realmente éxito. Se considera responsable de ello frecuentemente a
Jesse Williams, propietario de una granja lechera de Rome, Nueva
York, y que en 1851 empezó a fabricar queso en una cadena de montaje
con la leche de las granjas cercanas. Durante décadas, fueron
comunes este tipo de asociaciones entre granjas.
Los años 1860 mostraron las posibilidades
de la producción de queso, y sobre el cambio de siglo la ciencia
comenzó a producir microbios puros. Antes de esto, las bacterias se
obtenían del medio ambiente o reciclando otras ya usadas. El uso de
microbios puros significó una producción mucho más estandarizada. Se
empezaron a producir lo que se denomina queso procesado.
La producción industrial de queso adelantó a la tradicional en la
Segunda Guerra Mundial, y las fábricas se convirtieron en la fuente
de la mayoría de quesos en América y Europa desde entonces.
Producción y consumo en el mundo
El queso es uno de los principales productos agrícolas del mundo.
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de
las Naciones Unidas, en 2004 se produjeron en el mundo más de 18
millones de toneladas. Esta cantidad es superior a la producción
anual de granos de café, hojas de té, granos de cacao y tabaco
juntos. El mayor productor de queso es Estados Unidos, que asume un
30 por ciento de la producción mundial, seguido de Alemania y
Francia.
En cuanto a las exportaciones, el país con
mayor valor monetario de ellas es Francia, seguido de Alemania, que
es el mayor en cuanto a cantidad. De los diez mayores países
exportadores, sólo Irlanda, Nueva Zelanda, Países Bajos y Australia
tienen un mercado mayoritariamente oriental, con un 95, 90, 72 y 65
por ciento de sus producciones exportadas, respectivamente.6 A pesar
de ser Francia el mayor exportador, tan solo un 30 por cien de
producción es exportada. Y la de los Estados Unidos, el mayor
productor, es prácticamente despreciable, ya que la mayor parte de
su producción es para el mercado doméstico. Los países que más queso
importan son Alemania, Reino Unido e Italia, por este orden.7
En el consumo por persona, Grecia se
encuentra en el primer puesto del ranking mundial, con 27,3 kg de
media consumidos por habitante (el queso feta suma tres cuartos del
consumo total). Francia es el segundo consumidor mundial, con unos
24 kg por persona, y los quesos emmental y camembert son sus quesos
más comunes. En tercera posición se encuentra Italia, con 22,9 kg
por persona. En los Estados Unidos el consumo se está incrementando
rápidamente, habiéndose triplicado prácticamente entre 1970 y 2003.
El consumo por habitante alcanzó en 2003 los 14,1 kg, siendo la
mozzarella (ingrediente básico de la pizza) el queso favorito de los
estadounidenses, con un tercio del total consumido.
Productores mundiales
en 2004/ Países exportadores en 2004/
Mayores consumidores en 2007
(miles de toneladas)
(valor en dólares USD)
(kg por habitante)
Estados Unidos 4.327
Francia 2.715.142
Grecia 37,4
Alemania 1.929
Alemania 2.424.575
Francia 23,6
Francia 1.827
Países Bajos 2.099.737
Malta 22,5
Italia 1.102
Italia 1.384.755
Alemania 20,6
Países Bajos 672
Dinamarca 1.123.706
Austria 18,0
Polonia 535
Australia 643.575
Chipre 16,6
Brasil 470
Nueva Zelanda 631.963
Estados Unidos 14,9
Egipto 450
Bélgica 568.794
Argentina 11,1
Argentina 39811
Irlanda 445.492
Australia 10,4
Australia 373
Reino Unido 374.957
Reino Unido 10,1
Aspectos culturales
El queso no tiene una presencia significativa en la cocina asiática,
ni como alimento diario, ni como ingrediente en otros platos. La
razón ha sido estudiada por la antropología cultural, y es de las
pocas a las que Marvin Harris reconoce tener causa genética (el
predominio genético de la intolerancia a la lactosa en la población
adulta, que en cambio es escaso en la población indoeuropea), aunque
no renuncia a encontrarle a su vez una causa ecosocial:
China nunca aceptó los productos lácteos. Los chinos consideran que
la leche es una secreción repugnante y que beberse un vaso es como
beber un vaso de saliva. Cerca del 90% de los chinos y de los
pueblos no ganaderos habitantes del Asia oriental carecen de lactasa
suficiente para digerir leche sin fermentar en la edad adulta. Pero
obsérvese que la respuesta a la pregunta de por qué los chinos
aborrecen la leche no puede ser simplemente que es porque les pone
enfermos. Si hubiesen adoptado la producción de leche como una
modalidad de producción de alimentos, los chinos, al igual que los
habitantes del Asia meridional, podrían haber superado con facilidad
su insuficiencia de lactosa, consumiendo fermentados... La respuesta
está relacionada con la diferencia entre las limitaciones y las
oportunidades ecológicas de los hábitats chino e indio, y debe darse
en términos de selección cultural, y no de selección natural...
China, para conseguir los animales de tracción que necesitaba,
dependía del comercio con los pastores del interior de Asia. Por
esta razón los agricultores chinos no tenían motivos para criar
vacas en sus pueblos. Si no hay vacas, no puede haber leche ni
cocina basada en ella... En China los cerdos ocupan el principal
nicho carroñero... la carne y el tocino de cerdo son a la cocina
china lo que la leche y la mantequilla a la india.
A pesar de ello, en China actualmente el
consumo está aumentando notablemente, con el doble de ventas en 2006
a las de 1996 (aunque todavía con cantidades pequeñas de treinta
millones de dólares USD al año13 ). Un alimento tradicional chino es
el tōfu, cuya fabricación y textura son muy parecidas a la del
queso, pues consiste en la coagulación de la leche de soja (a base
de soja y agua). El tōfu es comúnmente llamado "queso chino". En
otras partes de Asia se puede encontrar fabricado con leche de yak,
o incluso de yegua en las estepas siberianas, en el ema datsi, el
plato típico de Bután, a base de queso casero y chile (ajíes); o en
la India, donde se usa una variedad llamada paneer para acompañar al
curry.
Los seguidores más estrictos de las leyes
dietéticas del judaísmo e islamismo sólo pueden consumir quesos cuyo
cuajo provenga de un animal matado de acuerdo a lo especificado en
el halal musulmán, o también puede sustituirse por un cuajo de
origen vegetal (en el cashrut judío), . Muchos judíos menos
estrictos consideran que el proceso al que se somete el cuajo cambia
su naturaleza hasta tal punto que no puede violar las leyes del
cashrut. De todos modos, al estar considerado como un alimento
primario, nunca puede ser consumido por un judío combinado con
carne.
Muchos vegetarianos evitan también el
consumo de quesos fabricados a partir de un cuajo de origen animal.
Por esta razón existe una amplia variedad de quesos fabricados con
un cuajo obtenido de la fermentación del hongo mucor miehei. Los
veganos y otros vegetarianos no consumen queso real, aunque sí
existen sustitutos con ingredientes únicamente de origen vegetal,
normalmente elaborados con productos a base de soja.
Incluso en culturas con una larga tradición en quesos, es fácil
encontrar a personas que lo rechazan, especialmente aquellos con un
sabor y olor más fuerte, como el roquefort. El escritor Harold McGee,
especialista en química alimentaria, sostiene que el queso adquiere
tal sabor como parte de una descomposición controlada, y que algunas
de las moléculas causantes de su olor y sabor pueden aparecer
también en la comida podrida.
Tipos de queso
La gran gama de quesos existentes hace imposible una clasificación
única de los mismos. Son muchas las características que los definen,
como el grado de añejamiento, o curado, la procedencia de la leche
usada, su textura o su contenido en grasa. A continuación se
describen varios tipos, o características, de ellos.
Denominaciones de origen
Queso con Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) de La Mancha.
La gran mayoría de quesos se identifican con la zona geográfica de
la que proceden. En ciertos países esto se puede regular a través de
las denominaciones de origen, con las que se intentan proteger las
variedades que desde tiempos antiguos se producen en una zona
determinada, contra productores de otras zonas que quisieran
aprovechar el buen nombre que han creado los originales.
En España hay 23 quesos protegidos, entre
los que destaca el queso manchego, una de las grandes señas de
identidad de la región de La Mancha, junto al Quijote de Miguel de
Cervantes. Existe una gran variedad de marcas que comercializan
quesos industriales que lo imitan, pero no pueden indicar que se
trata de queso manchego, aunque estén fabricados en La Mancha.
Esta indicación geográfica está regulada
para los países miembro de la Unión Europea, aunque con
particularidades para cada uno de ellos. Funciona de forma muy
parecida en Francia, donde se denomina Appellation d'Origine
Contrôlée, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, en el primer
intento de proteger el queso roquefort. Este queso fue el primero en
obtener la acreditación de la ley moderna francesa, que ya cubre a
más de 40 quesos diferentes. También en Italia la Denominazione di
Origine Controllata protege a quesos como el parmesano (bajo la
marca Parmigiano-Reggiano), en Grecia al queso feta, o en el Reino
Unido al stilton y cheddar.
Tipos de leche usada
La leche más utilizada en la fabricación de quesos es la leche
entera de vaca, debido principalmente a que es la leche con mayores
números de producción. Los quesos obtenidos a partir de leche vacuna
proceden de zonas fértiles, aptas para la ganadería bovina, como las
llanuras del norte de Europa, los Alpes, los Pirineos o la
Cordillera Cantábrica. Hoy en día la producción de estos quesos se
ha extendido por todo el mundo, con el uso de leche procedente de
granjas lecheras.
Claros ejemplos de quesos de vaca son el
gouda neerlandés, el emmental suizo, o el queso de tetilla de
Galicia, todos ellos con texturas, sabor y color parecido. En
general, la leche de vaca da al queso un sabor más suave que la de
otros tipos de queso, aunque ello depende de otros muchos factores,
por lo que es fácil encontrar quesos de vaca de sabor muy fuerte,
como el Harzer Käse alemán, o el gorgonzola italiano.
La leche de vaca entera es muy rica en
grasa, por lo que es común utilizar leche desnatada, o semidesnatada,
con el fin de reducir el contenido en grasa. Sin embargo, la grasa
es uno de los elementos que más influye en el sabor del queso, y por
norma general, usar leche desnatada es sinónimo de pérdida de sabor.
En las zonas mediterráneas, donde no abundan las vacas, es más común
usar leche de oveja o de cabra, lo cual da un punto de acidez al
queso. El queso castellano, el manchego, el roquefort, o el feta
están hechos de leche de oveja. Un ejemplo de queso de cabra
condenominación de origen es el queso majorero, elaborado en la isla
canaria de Fuerteventura.
También es posible mezclar distintas clases
de leche, como en el caso del queso de Cabrales (Principado de
Asturias, España), en el que se utiliza una mezcla de leche de vaca,
oveja y cabra.
También se utiliza la leche de otros muchos mamíferos, como la de
búfala en la mozzarella original (hoy en día se utiliza también la
leche de vaca), pero es algo bastante más difícil de encontrar, en
comparación con las leches ya mencionadas.
Quesos frescos
Los quesos frescos son aquellos en los que la elaboración consiste
únicamente en cuajar y deshidratar la leche. A estos quesos no se
les aplican técnicas de conservación adicionales, por lo que
aguantan mucho menos tiempo sin caducar. Su mantenimiento se podría
comparar al de los yogures, pues es necesario conservarlos en
lugares refrigerados. El hecho de procesar la leche en menor medida
hace que tengan sabores suaves y texturas poco consistentes.
Con estas características, son utilizados
como ingredientes para ensaladas, como el queso de Burgos, uno de
los más consumidos en España. En Italia el queso por excelencia en
las ensaladas es la mozzarella, que se elabora introduciendo la
cuajada de la leche en agua caliente, de tal forma que se van
creando masas en forma de bolas por efecto de la temperatura. En
ciertas zonas del sur italiano se consume la mozzarella a las pocas
horas de su elaboración. La mozzarella también es el más utilizado
como ingrediente de las pizzas, sin embargo, para ello se utiliza
una variedad más deshidratada, que no corresponde a un queso fresco.
También se utilizan quesos frescos en
postres, o como ingredientes de salsas. El mascarpone italiano y el
queso quark alemán son ejemplos de ello, con texturas muy cremosas.
Quesos curados
El curado de los quesos consiste en el añejamiento de los mismos, en
un proceso en el que se secan y adicionalmente se aplican técnicas
de conservación, como el salado o el ahumado. El tiempo necesario
para considerar a un queso como curado puede variar de uno a otro,
pero en general se requiere un mínimo de año y medio o dos años.
El proceso de curado hace que obtenga una
textura bastante más dura y seca, así como que se incremente la
intensidad de su sabor, propiedad muy deseada entre los amantes del
queso. Sin embargo, muchas personas no toleran los sabores fuertes,
por lo que es fácil encontrar distintas variantes de curado para un
mismo queso, catalogándolos normalmente como tiernos, semicurados y
curados.
Ejemplos de quesos curados pueden ser el
queso manchego o el gouda. Sin embargo, el gouda se suele exportar
con un curado aproximado de medio año, mientras que en la Holanda
Meridional se puede encontrar más añejo, pudiendo llegar a los dos
años.
El grana-padanno y el parmesano también se curan, pudiendo
sobrepasar tiempos de tres años. Tienen una textura extremadamente
dura, lo que facilita su consumo de forma rallada, como condimento o
relleno de pastas italianas.
Recientemente se ha empezado a comercializar en España una variedad
de queso en conserva, capaz de conservarse varios años sin abrir y
sin ver variadas ninguna de sus características.
Quesos cremosos
El queso tiene un estado natural sólido, sin embargo es posible
obtener una textura más cremosa aumentando significativamente la
cantidad de nata, y por lo tanto de grasa. Estos tipos de queso se
consumen normalmente acompañados de pan, siendo común el uso de los
mismos en tostadas.
Ciertos quesos franceses tienen una gran
tradición por su textura cremosa. El queso camembert, de
características similares al brie, es uno de los más famosos,
característico por su corteza blanca florida, consumida junto al
queso y que le da un toque de amargor. La denominación de origen de
este queso lo obliga a comercializarse siempre de forma redonda, e
incluido en una caja de madera.
Un tipo de queso de producción más moderna
es el queso crema, comúnmente llamada queso philadelphia. Se trata
de una crema blanca, distribuida en tarrinas similares a las de
margarina o mantequilla. Se consume ampliamente en desayunos y
postres, y una variedad de Estados Unidos es el ingrediente
principal de algunas tartas de queso.
En la elaboración de postres se suelen usar cremas de queso,
combinadas con sabores dulces. Un ejemplo de ello es la crema de
queso mascarpone, muy usada en la elaboración de tiramisús. El queso
quark también se usa en multitud de recetas de postre en la cocina
alemana o austriaca.
También es posible encontrar quesos de
textura semicremosa, pues no se puede considerar sólida ni crema,
como la torta del Casar de Extremadura, en España. Este queso,
aunque se puede consumir crudo, es típico por ser cocinado unos
minutos al horno, de forma que quede total o parcialmente líquido.
Al igual que el camembert, tiene una corteza florecida, consumida
junto al queso por quienes gustan de sabores fuertes o amargos.
Quesos verdes o azules
Estos quesos se distinguen por la presencia de mohos, los cuales les
dan sus colores verdes o azulados. Quizá sea la variedad que más
rechazo pueda causar a simple vista, debido al color y al fuerte
olor, que puede recordar al de la descomposición. Sin embargo, su
intenso sabor es uno de los más apreciados por los gourmets del
queso.
Para conseguir la proliferación de los
mohos hay que almacenar los quesos en lugares con humedades muy
elevadas, normalmente del orden del 90%. Excelentes lugares para
ello han sido tradicionalmente las cuevas. Los mohos que proliferan
en los quesos normalmente son del género Penicillium, en el que
varias de sus especies reciben el nombre del queso en el que se
encuentran, como el Penicillium camemberti (en la corteza del
camembert), o el Penicillium roqueforti, del queso roquefort. Una
creencia popular totalmente falsa es que estos quesos contienen
gusanos o larvas; el queso que los contiene es el queso de gusanos
de Cerdeña.
Uno de los frecuentemente llamados "rey de
los quesos" es el roquefort, producido en las cuevas francesas de
Roquefort-sur-Soulzon, según marca su denominación de origen
protegida. Otros quesos famosos por sus mohos son el queso de
Cabrales asturiano, el queso stilton procedente de Inglaterra, o el
queso gorgonzola italiano, que puede encontrarse en una variedad
dulce (aunque ligeramente picante), y otra de sabor mucho más fuerte
y picante.
Propiedades nutricionales
Los datos nutricionales del queso pueden variar en función de su
contenido en grasa, pero en general se puede decir que es una rica
fuente de calcio, proteínas, y fósforo. 100 gramos de queso manchego
contienen 21 gramos de proteínas y entre 600 y 900 miligramos de
calcio. Al tratarse básicamente de leche concentrada, hacen falta
600 gramos de leche para igualar esta cantidad de proteínas, y 550
gramos para la de calcio.
El queso también comparte con la leche sus
problemas nutricionales, derivados del alto contenido en grasas
saturadas, consistentes en triglicéridos y ácido graso saturado.
Este tipo de grasas influyen muy negativamente en enfermedades
cardiovasculares. El Centro de la Ciencia de Interés Público sitúa
al queso como la primera fuente de grasa saturada en los Estados
Unidos, en los que cada habitante consume de media uno 13,6 kg al
año. Sin embargo esta cantidad es bastante más pequeña que la de
países europeos como Grecia (27 kg) o Francia (24 kg), en los que se
tiene un índice relativamente bajo de enfermedades del corazón. Este
hecho se conoce como la paradoja francesa, y se apunta a que se
pueda justificar por el alto consumo de productos de la dieta
mediterránea, como el vino tinto o el aceite de oliva.
Muchas agencias de todo el mundo advierten
de los riesgos del consumo de quesos hechos con leche fresca (no
pasteurizada). La Administración de Drogas y Alimentos
estadounidense sostiene que los quesos de leche fresca pueden causar
enfermedades infecciosas como la listeriosis, brucelosis,
salmonelosis, y hasta incluso tuberculosis.19 En los Estados Unidos,
una ley de 1944 obliga a todos los quesos de leche fresca (incluidos
los importados desde 1951) a tener un curado mínimo de dos meses.
Otros países no europeos también han optado por restringir
legalmente el consumo de estos quesos, como Australia, uno de los
más estrictos en ello, aunque recientemente ha abierto excepciones
con los quesos suizos gruyer, emmental, sbrinz y también con el
queso roquefort. Sin embargo, la pasteurización de la leche no es
totalmente eficaz a la hora de evitar estos problemas, como se puede
ver en los datos de intoxicaciones por consumo en Europa (donde en
muchos países es legal el consumo de quesos frescos de leche no
pasteurizada), y en los que la mayoría de casos apuntaban a quesos
pasteurizados. Las precauciones con el consumo de quesos han
de ser mayores en el caso de embarazadas, como señalan los Centros
para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados
Unidos, debido al riesgo de transmitir listeriosis al feto.
Estudios en el campo de la odontología
afirman que el queso puede ayudar de forma significativa en la
prevención de caries y otras enfermedades de los dientes. Se trata
de uno de los alimentos con contenido más alto en calcio y fósforo,
así como de caseína y otras proteínas, qué son los principales
componentes del esmalte de los dientes, por lo que la ingesta de
queso puede ayudar a su remineralización. Aparte de esto, algunos
ácidos grasos tienen propiedades antimicrobianas, controlando así el
nivel de placa. Muchos tipos de queso estimulan también el flujo
salival, lo que ayuda a limpiar la cavidad bucal de restos de
alimentos, amortiguando también el medio ácido. Después de las
comidas el pH de la saliva desciende, pero el calcio y el fósforo
del queso ayudan a prevenirlo.
Las personas que sufren intolerancia a la
lactosa normalmente evitan consumirlo, sin embargo quesos como el
cheddar sólo contienen un 5% de la lactosa encontrada en la leche
entera, y en los quesos más añejos es prácticamente despreciable.
Hay gente que sufre reacciones ante aminas encontradas en el queso,
especialmente la histamina y la tiramina. En los más curados la
cantidad de estas sustancias se hace más notable y pueden producir
reacciones alérgicas como la aparición de sarpullidos, dolor de
cabeza o aumento de la presión sanguínea.
Elaboración: Cuajado
El único proceso estrictamente necesario en la elaboración del queso
es el denominado cuajado, consistente en separar la leche usada en
una cuajada sólida del suero líquido. El queso que se pretende
obtener será básicamente la cuajada, a la que adicionalmente se le
aplicarán otros procesos hasta dar con las características buscadas.
Las formas más comunes de realizar la separación de la leche es
añadiéndole algún tipo de fermento o cuajo y la acidificación. Para
acidificar la leche se pueden emplear ácidos como el vinagre o el
limón, pero actualmente es más frecuente el uso de bacterias, que
convierten los azúcares de la leche en ácido láctico. Estas
bacterias, junto a las enzimas que producen, también juegan un
importante papel en el futuro sabor del queso tras su añejamiento.
En la mayoría de quesos se emplean bacterias como las Lactococcus,
Lactobacillus o Streptococcus. Los quesos suizos se caracterizan por
el uso de bacterias Propionibacter shermani, que producen burbujas
de dióxido de carbono y dotan al queso de agujeros, como en el caso
del emmental.
Algunos quesos frescos se cuajan únicamente
por acidificación, pero en la mayoría se usan también cuajos. El
cuajo hace que tome un estado más consistente, en comparación con
las frágiles texturas de las cuajadas coaguladas simplemente por
ácidos. También permiten tener un nivel más bajo de acidez.
Generalmente los quesos frescos y menos añejos se obtienen a partir
de cuajadas con un mayor porcentaje de acidificación, frente al uso
de cuajo, más significativo en quesos más duros, secos y curados.
También se utiliza cloruro de calcio para favorecer la
precipitación.
Procesamiento de la cuajada
En este punto, el queso ha adquirido una textura espesa y húmeda.
Algunos quesos blandos estarían prácticamente listos, a falta de ser
deshidratados, salados y empaquetados. En el resto de quesos, la
cuajada se corta en pequeñas secciones, para facilitar la extracción
del agua de las piezas individuales de cuajada.
En el caso de los quesos duros, se
calientan a temperaturas entre un intervalo de 33ºC a 55 °C. De esta
manera se deshidrata más rápidamente y también se consiguen sutiles
cambios en el sabor final del queso, afectando a las bacterias
existentes y a la estructura química de la leche. En los quesos que
se calientan a temperaturas superiores se emplean bacterias
termófilas, capaces de sobrevivir a ellas, como las Lactobacillus o
Streptococcus.
La sal juega distintos papeles en la
elaboración del queso, aparte de aportar un sabor salado. Puede
emplearse para mejorar la conserva, y para afirmar la textura con su
interacción con las proteínas. En algunos quesos la sal se aplica
únicamente al exterior del queso, pero en otros casos se mezcla
directamente con la cuajada.
Dependiendo del tipo de queso se aplican un
gran número de técnicas específicas, que dan las características
finales al sabor y a la textura. Se pueden citar como ejemplos el
estirado y sumergimiento en agua caliente, hasta llegar a la textura
fibrosa de la mozzarella; o el constante batido de la cuajada,
limpiándola con agua para bajar el nivel de acidez muy lentamente,
aplicado en quesos como el emmental o gouda.
Muchos quesos no adquieren su forma final
hasta que son prensados en un molde. Cuanto más duro es el queso,
mayor presión se le ha aplicado. La presión elimina humedad —los
moldes permiten la fuga del agua— y hace que la cuajada se afirme en
cuerpo sólido.
Añejamiento
Los quesos frescos ya estarían listos para
consumir llegados a este punto, sin embargo, a la mayoría de quesos
les queda todavía un largo periodo de añejamiento y curado hasta
estar completamente listos. Durante el añejamiento dentro de los
moldes, nuevos microbios se introducen en el queso, intensificando
su sabor. Lentamente la caseína y la grasa se convierten en una
compleja red interna de aminoácidos, aminas y ácido graso.
Durante el proceso del curado también se le
pueden aplicar otras técnicas de conservación y modificación del
sabor, como el incremento de la sal introduciéndolo en agua salada,
el ahumado, o incluso el sazonado con especias o vino. Un caso
radical ocurre con el queso casu marzu de Cerdeña, cuyo proceso de
añejamiento se realiza con larvas de la mosca del queso. Cabe anotar
que este queso se puede consumir con las larvas adentro, y que
actualmente su venta se encuentra prohibida por las autoridades
sanitarias italianas, por lo que se consume clandestinamente.
Cocinado
Los quesos se comen normalmente crudos, aunque también pueden ser
cocinados. Se consumen solos o con otros ingredientes. La grasa del
queso tiene en temperaturas de frigorífico una textura dura,
parecida a la de la mantequilla fría. Si el queso se encuentra a
temperaturas cálidas, entre los 26 y 32 °C, la grasa se derrite y se
suele decir que el queso "suda". En el momento del consumo es
preferible que se encuentre a temperatura ambiente, aunque esto
depende del tipo de queso de que se trate.
A temperaturas superiores a 55 °C la gran
mayoría de quesos comienzan a fundirse, aunque los más duros, como
el parmesano, necesitan unos 82 °C. Algunos son típicos por
consumirse fundidos, como las fondue suizas. Se puede lograr que
muchos otros hagan lo mismo en presencia de ácidos o almidón. Otros
quesos se vuelven elásticos o viscosos cuando se funden, una
cualidad que puede disfrutarse en platos como la pizza y el welsh
rabbit. Algunos quesos se funden de modo dispar, separándose sus
grasas a medida que se calientan, mientras que los pocos quesos
cuajados con ácido, incluyendo el halloumi, paneer y ricotta, no se
funden e incluso pueden endurecerse cuando son cocinados, a medida
que se evapora el agua que contienen.
El queso como ingrediente es ampliamente
utilizado, especialmente en la cocina italiana. Es un ingrediente
fundamental de las pizzas, así como de lasañas y canelones. También
es muy común que acompañe a los platos de pasta, ya sea como
condimento, como relleno, o como ingrediente de salsas. También es
frecuente encontrarlo en platos de la cocina mexicana, como las
quesadillas, los burritos y tacos. El queso procesado es uno de los
condimentos más frecuentes en productos de comida rápida, como las
hamburguesas y los perritos calientes.
También puede encontrarse en la repostería.
El ejemplo más claro es el pastel de queso, pero también la crema de
queso mascarpone, usada para hacer multitud de postres italianos,
como el tiramisú.
El queso en la cultura popular
El queso es protagonista de multitud de fábulas y refranes:
Fábula del queso y el cuervo (al que la
zorra engañó para que abriera el pico con el que lo sujetaba
alabándole la dulzura de su canto).
Uvas con queso saben a beso.
Dárselo a alguien con queso (equivalente a engañar: se dice que los
vinateros manchegos ofrecían queso curado previamente a degustar el
vino a los compradores: cualquier vino malo parece bueno).
El pan sin ojos, y el queso con ellos (con su variante).
El pan con ojos, el queso sin ojos, y el vino que salte a los ojos.
Con buen queso y mejor vino, más corto se hace el camino.
Al que pide en exceso, le dan lo que envuelve al queso (la corteza,
algo sin valor).
Todos los días queso, y al año, un queso (o sea, que bien poco se
come).
No hagas comida con queso ni sin queso (refrán asturiano).23
El queso es sano, el que da el avaro. -(dice que al comer el queso
en pequeñas cantidades se saborea mejor y sin daño para la salud)-
El queso y el barbecho en Mayo se han hecho
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